Siete años después de su triunfo sobre Marine Le Pen y el Frente Nacional de extrema derecha, Emmanuel Macron enfrenta una nueva realidad política. El presidente que asumió el cargo en 2017 con grandes expectativas y fue celebrado como el "salvador" de Francia ante el peligro de la derecha, se ve ahora confrontado con una Le Pen revitalizada y su partido renombrado, el Rassemblement National. El optimismo que acompañó el ascenso de Macron hace tiempo que se ha desvanecido.

El ambicioso proyecto de Macron para revitalizar la economía de Francia y fortalecer su posición internacional se enfrentó a una creciente resistencia. El presidente y su equipo, a menudo llamados "mormones", intentaron establecer una política más allá de la división tradicional entre izquierda y derecha. Pero a pesar de los primeros éxitos, como la reducción del desempleo y la atracción de inversiones internacionales, creció el apoyo a los partidos extremos como RN y la izquierda La France Insoumise (LFI).

La política de reformas impulsada por Macron, que incluye la revisión de la legislación laboral y la abolición del impuesto sobre el patrimonio, enfrentó una fuerte resistencia. El movimiento de los chalecos amarillos y la pandemia de Covid-19 provocaron disturbios sociales y una sensación de declive. Además, el asesinato del maestro Samuel Paty por un islamista radical endureció el enfoque de Macron en la política de seguridad.

La reciente disolución del parlamento y el anuncio de nuevas elecciones sorprendieron a muchos y se presentaron como un intento de aclaración y reajuste. Sin embargo, incluso los partidarios de Macron dudan de la eficacia de estas medidas. Las encuestas indican un posible estancamiento, lo que podría llevar a un gobierno bloqueado o incluso a una crisis institucional.

La otrora brillante figura de Macron desaparece cada vez más de los materiales de campaña, y sus alianzas políticas se desmoronan. Críticos como Serge July y Raphael Glucksmann proclaman el fin del "macronismo". Una posible participación del RN en el gobierno obligaría a Macron a una incómoda división de poder, lo que podría restringir significativamente su capacidad de acción política.

Algunos defensores de Macron enfatizan sus éxitos en la política de la UE y las reformas económicas. Sin embargo, las crisis continuas y el estilo de su gobierno, a menudo criticado como "hiper-presidencial", han dejado huellas profundas.

Las próximas elecciones decidirán si Macron puede continuar con su visión o si Francia experimentará un cambio político drástico.