Tras el primer ataque directo de Irán contra Israel, el país se enfrenta a un crucial dilema de seguridad. El primer ministro Benjamin Netanyahu y su gabinete de guerra, compuesto por el ministro de Defensa Yoav Gallant y el ex ministro de Defensa Benny Gantz, se enfrentan a la difícil decisión de cómo responder a la transgresión de esta línea roja.

En el ataque se lanzaron más de 300 cohetes y drones, de los cuales la mayoría fueron interceptados con ayuda de EE. UU., Reino Unido, Francia y Jordania. Aunque el daño material fue menor y solo una niña de siete años resultó herida, el significado simbólico del ataque es considerable.

Israel ahora debe encontrar una respuesta lo suficientemente fuerte como para enviar un mensaje claro a Irán, sin arriesgar una mayor escalada. Las opciones van desde ataques militares directos contra objetivos iraníes hasta operaciones encubiertas y ciberataques, que ya se han utilizado con éxito contra intereses iraníes.

La decisión también está influenciada por factores internacionales, incluida la postura de EE. UU., que no tiene interés en una escalada, así como la necesidad de centrar la atención en el conflicto continuo con Hamás en Gaza.

La comunidad internacional, incluido el ministro de Exteriores británico David Cameron, debate entretanto sobre sanciones adicionales contra Irán. Las decisiones que se tomen en los próximos días podrían tener consecuencias de gran alcance para la estabilidad regional y las relaciones geopolíticas globales.