Metropolitan Opera: Nuevo brillo para Aida

Con su nueva puesta en escena del clásico de Verdi "Aida", el director Michael Mayer ha iluminado de manera novedosa la venerable Metropolitan Opera de Nueva York. La fresca interpretación sustituye la producción estática de 1988 de Sonja Frisell por una perspectiva refinada y vibrante que saca al público de su zona de confort. En lugar de una simple pieza histórica, Mayer crea una obra de arte viva que aborda tanto la tragedia intemporal de la ópera como la historia colonial a través de la cual este legado llegó a Occidente. Un elemento innovador de la representación es la apertura con un arqueólogo de principios del siglo XX, que descubre los tesoros de Aida y así da vida a la historia. Los trajes combinan estilos antiguos con Art-Deco, lo cual hace la puesta en escena visualmente atractiva. El coreógrafo Oleg Glushkov, en su primer compromiso en la Met, aporta al trabajo una profundidad adicional con movimientos elegantes y perspicaces. Un momento particularmente notable es la transformación de la marcha del triunfo: en lugar de las habituales procesiones, se escenifica un desfile de arqueólogos saqueando antiguos tesoros. Musicalmente, el elenco de primera clase convence. Angel Blue brilla en el papel titular, mientras que Piotr Beczała como Radamès y Judit Kutasi como Amneris destacan. Se les unen Morris Robinson como el rey y Quinn Kelsey en el papel de Amonasro. Yannick Nézet-Séguin, el director musical, dirige la representación con su acostumbrada precisión. En la noche del estreno, todos los cantantes impresionaron con actuaciones expresivas, aunque Beczała tuvo que enfrentar algunos desafíos como consecuencia de un resfriado. Mientras que su rango bajo se mantuvo sólido, su voz mostró debilidades en registros más altos. Sin embargo, al final logró transmitir energía y carácter de manera convincente. Blue y Kutasi convencieron como un poderoso dúo antagonista. Blue brilló con un canto suave pero expresivo, especialmente en el aria "Ritorna vincitor!", que representó de manera impresionante el conflicto interno del personaje. La plenitud y profundidad emocional de la voz de Kutasi, especialmente en la escena final, literalmente cautivaron al público.