Karl-Anthony Towns: Una despedida emocional de Minnesota

Karl-Anthony Towns, quien recientemente se encontró lidiando con el final de su carrera de nueve años en los Minnesota Timberwolves, apareció inesperadamente en un campo de fútbol en Blaine, Minnesota. Allí se estaba celebrando la Fall Cup, un gran torneo juvenil con más de 300 equipos participantes de toda la región del Upper Midwest. Vestido con su gorra verde de los Timberwolves y una camiseta negra del mismo equipo, Towns, una icónica estrella de la NBA de 7 pies de altura, cumplió su promesa de observar el partido de una joven que había conocido anteriormente. Towns había sido recientemente traspasado a los Knicks de Nueva York a cambio de Julius Randle, Donte DiVincenzo y una selección protegida de primera ronda. Sin embargo, a pesar del torrente de noticias y de un próximo viaje a Nueva York, Towns se tomó el tiempo para apoyar a los niños del torneo. La noticia de su presencia se difundió rápidamente y los jóvenes deportistas acudieron a él para tomarse fotos y cambiar algunas palabras. Dónde quiera que iba, cosechaba gratitud y respeto. Muchos, que habían seguido su viaje desde ser un novato de 19 años en el año 2015 hasta convertirse en un veterano de la NBA de 28 años, acudieron para despedirse y desearle lo mejor. Recordaban sus altibajos: desde ganar el premio al Novato del Año de la NBA, sus cuatro participaciones en el All-Star y el título en el concurso de tiros de tres puntos, hasta las lesiones graves y las pérdidas personales. Su tiempo en Minnesota estuvo marcado por el cambio constante de compañeros de equipo, cambios de entrenadores y una constante comparación con sus contemporáneos Nikola Jokić y Joel Embiid. No obstante, Towns siempre mantuvo la dignidad y el compromiso, ya fuera en la cancha o con sus acciones caritativas fuera de ella. Aunque su tiempo con los Timberwolves no siempre fue fácil, Towns deja una organización en una situación mucho mejor que cuando llegó. Su colaboración con Rudy Gobert y Anthony Edwards, así como las decisiones inteligentes del personal del equipo, demuestran que sus esfuerzos no fueron en vano. Mientras Towns se despedía emocionalmente de los fanáticos, devolviendo cada abrazo y aceptando cada foto con una sonrisa, quedaba claro que su conexión con Minnesota iba más allá del baloncesto. Fue un momento emotivo cuando se despidió y le susurró palabras reconfortantes a una joven, algo que quedó reservado solo para ellos dos.