¿Qué es CARV?
La fusión de la Inteligencia Artificial General (AGI) y la tecnología blockchain está anunciando una era transformadora, desbloqueando posibilidades que antes pertenecían al ámbito de la ciencia ficción. Desde el Cogito, ergo sum (Pienso, luego existo) de Descartes hasta los debates contemporáneos sobre los experimentos de pensamiento del cerebro en una cubeta, la humanidad siempre ha lidiado con la esencia de la inteligencia, la autonomía y la confianza. En CARV, nuestro objetivo es abordar estas antiguas cuestiones filosóficas, no solo dotando a la AGI de la capacidad de pensar y actuar, sino también proporcionándole herramientas sensoriales—los ojos y oídos—para percibir y comprender el mundo. Así como la evolución darwiniana dio forma a la vida en la Tierra, CARV imagina una nueva forma de evolución para la AGI: una impulsada por la agregación, el intercambio y el refinamiento de datos de alta calidad, tanto en cadena como fuera de ella. La AGI puede trascender las fronteras de la inteligencia aislada, evolucionando de manera colaborativa dentro de un ecosistema descentralizado, tal como los humanos evolucionaron a través de experiencias compartidas, competencia y adaptación. Dos pilares fundamentales para acelerar hacia este objetivo son el Cómputo y los Datos, y CARV se ha propuesto resolver el problema de los Datos desde el día uno. La revolución digital ha impulsado los datos a la vanguardia de la innovación. Hoy en día, se generan 146GB de datos personales por individuo a diario en diversas plataformas, desde la comunicación y el consumo de contenido hasta las transacciones en cadena y más allá. Sin embargo, aunque los datos se han convertido en la base de la inteligencia artificial, el valor que generan a menudo permanece concentrado en manos de unos pocos. La falta de control sobre los datos personales no solo socava la privacidad, sino que también excluye a los individuos de participar en el valor que sus datos crean. Las leyes de privacidad como el GDPR y la CCPA, junto con medidas como la reducción del rastreo de cookies, han introducido soluciones parciales, pero no logran abordar la necesidad de una verdadera soberanía de los datos. Aquí es donde CARV interviene.














